Bimestre Ómicron

107

Justo cuando el mundo daba por hecho que la pandemia de Covid-19 estaba a punto de ser superada con un avance significativo en materia de vacunación en las principales capitales económicas de occidente; la Organización Mundial de la Salud (OMS) lanzó una alerta sanitaria “de alta preocupación” a finales de noviembre del año pasado. Habrá que decirlo con todas sus letras: la advertencia del organismo no sólo fue subestimada, sino prácticamente ignorada por gobiernos enteros y sociedades de consumo. ¿Hasta qué punto la opacidad informativa sostenida por más de dos años sobre el origen de un virus que ha trastornado radicalmente nuestras vidas ha ocasionado un déficit de autoridad que jamás habría enfrentado la OMS bajo cualquier otra circunstancia?

Mientras se descifra el acertijo del siglo, hoy es evidente que el organismo internacional no erró en la intensidad de las alertas: Estados Unidos, uno de los grandes acumuladores de vacunas, por la fuerza de la infodemia sólo ha logrado “inmunizar” al 61.51 por ciento de su población con el esquema completo y, sin embargo, abrió esta semana el juego mundial de los contagios con 1 millón 80 mil 211 casos confirmados en el brevísimo lapso de 24 horas. El desastre inimaginable: laboratorios con interminables listas de espera, un récord de saturación hospitalaria, caos en todas las clínicas por el déficit de personal de la salud. En pocas palabra, el discurso de la superioridad civilizatoria del primer mundo hecho trizasen las filas de las pruebas Covid dela Gran Manzana.

Y mientras tanto en México, al igual que muchas otras parte del mundo, el primer bimestre de 2022 será un bimestre Ómicrón. El país ha iniciado su estrepitosa marcha al infinito de los contagios reales pero no registrados; tan sólo este martes se reconocieron oficialmente 15 mil 184 casos a nivel nacional, considerando que el Gobierno Federal ha hecho muy poco por poner al alcance de grandes segmentos poblacionales las pruebas-diagnóstico de Covid-19, la situación es mucho más que alarmante. En sólo tres días –del 28 al 31 de diciembre– “el primer pico” de la pandemia quedó rebasado; de mantener la incidencia: durante la segunda quincena enero nos acercaremos al nivel más alto de “la segunda ola” de contagios.¿Cuántas secuelas más nos faltan por completar de la terrible serie que comenzó en Wuhan en 2019? Ni la OMS ni la comunidad científica internacional aún tienen con certeza esa respuesta.

P.d. El 8 de enero arrancará la aplicación de las dosis de refuerzo para el personal educativo de todo el país, en parte posible gracias a 1.7 millones de bióticos donados por la farmacéutica Moderna. México tiene debajo del tapete 49 millones de dosis que pasaron por aduanas pero que todavía no han sido aplicadas, e increíblemente seguimos “pidíendole fiado” al mundo.

Justo cuando el mundo daba por hecho que la pandemia de Covid-19 estaba a punto de ser superada con un avance significativo en materia de vacunación en las principales capitales económicas de occidente; la Organización Mundial de la Salud (OMS) lanzó una alerta sanitaria “de alta preocupación” a finales de noviembre del año pasado. Habrá que decirlo con todas sus letras: la advertencia del organismo no sólo fue subestimada, sino prácticamente ignorada por gobiernos enteros y sociedades de consumo. ¿Hasta qué punto la opacidad informativa sostenida por más de dos años sobre el origen de un virus que ha trastornado radicalmente nuestras vidas ha ocasionado un déficit de autoridad que jamás habría enfrentado la OMS bajo cualquier otra circunstancia?

Mientras se descifra el acertijo del siglo, hoy es evidente que el organismo internacional no erró en la intensidad de las alertas: Estados Unidos, uno de los grandes acumuladores de vacunas, por la fuerza de la infodemia sólo ha logrado “inmunizar” al 61.51 por ciento de su población con el esquema completo y, sin embargo, abrió esta semana el juego mundial de los contagios con 1 millón 80 mil 211 casos confirmados en el brevísimo lapso de 24 horas. El desastre inimaginable: laboratorios con interminables listas de espera, un récord de saturación hospitalaria, caos en todas las clínicas por el déficit de personal de la salud. En pocas palabra, el discurso de la superioridad civilizatoria del primer mundo hecho trizasen las filas de las pruebas Covid de la Gran Manzana.

Y mientras tanto en México, al igual que muchas otras parte del mundo, el primer bimestre de 2022 será un bimestre Ómicrón. El país ha iniciado su estrepitosa marcha al infinito de los contagios reales pero no registrados; tan sólo este martes se reconocieron oficialmente 15 mil 184 casos a nivel nacional, considerando que el Gobierno Federal ha hecho muy poco por poner al alcance de grandes segmentos poblacionales las pruebas-diagnóstico de Covid-19, la situación es mucho más que alarmante. En sólo tres días –del 28 al 31 de diciembre– “el primer pico” de la pandemia quedó rebasado; de mantener la incidencia: durante la segunda quincena enero nos acercaremos al nivel más alto de “la segunda ola” de contagios. ¿Cuántas secuelas más nos faltan por completar de la terrible serie que comenzó en Wuhan en 2019? Ni la OMS ni la comunidad científica internacional aún tienen con certeza esa respuesta.

P.d. El 8 de enero arrancará la aplicación de las dosis de refuerzo para el personal educativo de todo el país, en parte posible gracias a 1.7 millones de bióticos donados por la farmacéutica Moderna. México tiene debajo del tapete 49 millones de dosis que pasaron por aduanas pero que todavía no han sido aplicadas, e increíblemente seguimos “pidiéndole fiado” al mundo.

Por Enrique Huerta