Brigada Tumultuaria

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Los centros de vacunación de Puebla capital se preparan para otra mega jornada de inmunización donde una vez más la sana distancia quedará sepultada por la saturación de los espacios, la extrema urgencia por el biótico y la dilación gubernamental al más puro estilo de la Brigada Correcaminos: una rara mezcla entre la extrema eficiencia del ejército vacunador, la inagotable vocación del personal de la salud, aderezada con la sistemática ineptitud de los “siervos de la nación”.

Tan sólo habría que revisar a los grupos etarios convocados y echar un vistazo a la pirámide demográfica de la entidad para advertir la emergencia marcada por la extrema necesidad de la inmunización inmediata: segundas dosis para “la generación de cristal” —de 12 a 29 años—, refuerzo para las fuerzas básicas del INAPAM —50 a 59 años—, refuerzo para “los barcos”y para el auténtico profesorado y personal de la educación sin importar edades ni comorbilidades y, por si fuera poco, primeras dosis para los anti-vacunas mayores a 18 años que uno de sus propósitos para este 2022 fue comenzar el año siendo personas civilizadas. No hay duda, se trata de una convocatoria para el tumulto y el mitote.

Más de 33 mil casos confirmados a nivel nacional y el caos vial a todo lo que da, taxistas y ubers en circuitos interminables alrededor de los centros de vacunación, banquetas y tramos kilométricos de vialidades convertidas en estacionamientos de ocasión -algunos hasta conviene-viene incluido-, sin olvidar los videos y las fotografías del recuerdo en redes sociales de crepúsculos y amaneceres en las interminables filas de los bióticos que salvan vidas. Todo el folclore de la Campaña Nacional de Vacunación al ritmo de la variante infecciosa de Covid-19 que propició un espectáculo de improvisación gubernamental verdaderamente escandalosa.

Y si bien la Federación tuvo tiempo y vacunas de sobra para evitar conglomerados innecesarios: desde la última semana de noviembre, cuando México resguardaba —aún lo hace—, en cadenas de refrigeración —eso esperamos—, más de 48 millones de dosis de la vacuna contra el Covid-19; la Organización Mundial de la Salud advirtió sobre la gravedad de ómicron mientras que Palacio Nacional, el gran responsable de este gran desastre, estaba enganchado en el clímax una batalla con el INE por una revocación que a nadie le importa.

Y, sin embargo, la premura y la desesperación de sociedad y gobierno están plenamente justificadas: Puebla siempre ha sido un foco rojo de la pandemia en México. De acuerdo a cifras acumuladas durante 23 meses –con corte a este 11 de enero-, la capital de la entidad es el quinto municipio a nivel nacional con mayor incidencia contagiosa y, desafortunadamente, el segundo —sólo después de Iztapalapa— con mayor número de muertes asociadas a Covid-19. En definitiva valió la pena ser parte del espectáculo, independientemente de la negligente improvisación de una brigada que jamás debió ser tumultuaria.

Por Enrique Huerta