Calenturas populistas

135

El anuncio que hizo López Obrador durante La Mañanera del pasado 29 de marzo dejó boquiabierto a cualquiera que alguna vez haya leído la Constitución, y que además la haya comprendido.

Desde aquellas reformas electorales de apertura política controlada de 1977, cuando el PRI todavía era la bancada hegemónica en el Congreso de la Unión; pasando por la llamada “reforma definitiva” de 1996 que abrió paso a la primera cámara de gobierno dividido en San Lázaro en 1997, sentando las bases para la construcción del PAN como “oposición leal” y del triunfo de Vicente Fox en el año 2000; y finalmente, considerando las últimas reformas forjadas sobre la experiencia traumática del “triunfo robado” de López Obrador en el 2006, agravada por el retorno del PRI de Peña Nieto a Los Pinos; durante todo ese tránsito de casi medio siglo de desarrollo político nacional: ningún presidente se había atrevido a convertir una calentura populista en una iniciativa de Reforma Electoral.

Evidentemente habrá que esperar la publicación del documento en cuestión. Sin embargo, de acuerdo a lo revelado por el propio López Obrador, el centro de la iniciativa consiste en que cada uno de los Poderes de la Unión proponga 20 perfiles para renovar el Consejo General del INE, junto con otros 20 destinados a la conformación de la sala superior del TEPJF; desde luego la innovación está en que ya no sería la representación interesada en el Congreso quien tenga la última palabra en el proceso de selección, sino el grueso del electorado mexicano.

¿Con qué recursos harán campaña en 32 entidades federativas académicos y jurisconsultos propuestos por cada uno de los poderes de la Unión? ¿Desde cuándo el vulgo, presa en de una educación precarizada, está capacitado para elegir cuerpos técnicos que no representan a nadie, y que por el bien de la república no sólo deben estar alejados, sino contrariar abiertamente los apetitos populares? ¿Acaso los perfiles de los académicos favorecidos por el dedo presidencial no se encontrarían en una ventaja comparativa frente a los propuestos por legisladores y jueces que, claramente, no tienen la amplia disponibilidad del presupuesto público del que goza el titular del Ejecutivo de la Unión?

En México sacar al presidente de la organización de los comicios costó décadas de activismo, cientos de detenciones arbitrarias y desapariciones forzadas como para que de buenas a primeras la 4T se descare como lo que realmente es: la retrogresión democrática más amenazante del tiempo presente. Increíblemente serán los votos del PRI en San Lázaro aquellos que frenarán la calentura populista de López Obrador. ¿El Revolucionario Institucional salvando la democracia que lo condenó a un rincón en el Congreso? ¡Qué país tan bizarro!

Por Enrique Huerta