Sr. Ignacio Mier Velazco
PRESENTE
Muy apreciable señor diputado. Si la mayoría de su tiempo, cuando era una extensión de Enrique Doger Guerrero en la universidad, en vez de destinarlo al firme compromiso priista al que debe el comienzo de su carrera política, lo hubiera aprovechado culminando sus estudios universitarios, habría aprendido de buena fuente que todo legislador ejerce “un derecho sin poder”. Desafortunadamente, como bien dicta la sabiduría popular, “el hubiera no existe”.
Tómelo entonces como un curso de regularización: sólo quien detenta el ejercicio del poder público es capaz de informar sobre la gestión desempeñada.
Toda representación política es inherente a los mandatos imperativos de electores de carne y hueso, al plebiscito permanente de que quien, a través del sufragio, premia o castiga la gestión desempeñada con la reelección o con el desprecio popular.
En democracia, la actividad legislativa nunca es producto del ingenio de un solo hombre, sino de un trabajo colegiado susceptible al dictamen de una comisión forjada a la sazón de la pluralidad fraccionaria, y ese dictamen cuando llega al pleno, se somete a la revisión escrupulosa de la cámara en cuestión.
Nunca en un Congreso, que merezca el mote de republicano, aquello que propone un diputado –o en su defecto su grupo parlamentario– llega intacto al Diario Oficial de la Federación. La mayoría de las veces, aquello que se va fraguando en los Diario de Debates, es algo tan distante al proyecto original como distantes son las fracciones que lo discuten. Así que no importa el número de iniciativas presentadas o los puntos de acuerdo impulsados por los diputados: en San Lázaro el resultado legislativo siempre será colegiado. Así que usted, señor Mier Velazco, en lo particular no tiene nada que informar.
Ese sólo hecho, irrefutable desde la más estricta teoría política a la que se debe el constitucionalismo democrático de su encargo, justificaría el simple hecho de que nuestro bello Centro Histórico no estuviera contaminado con su triste figura. No obstante, en este arrebato desesperado de personalismo innecesario, existe un detalle que sus críticos aún no han considerado: usted es un diputado de representación proporcional, no fue votado –directamente– por nadie, así que técnicamente no tiene a quién informar.
Para su mala suerte señor diputado, Puebla no es Tecamachalco; en la capital, a diferencia de otros lugares, los ciudadanos cuestionamos intensamente la vida pública: ¿dónde tiene su “casa de gestión” un plurinominal que responde a un listado por la cuarta circunscripción? ¿Aclarará, en este mentado informe, por qué no fue el primero de su bancada en condenar a su ex compañero de cámara Saúl Huerta por los lamentables hechos que todos conocemos? Siguiendo el principio de máxima publicidad, al que está obligado como diputado y como militante por la Constitución, ¿en qué plataforma está transparentando la procedencia, facturas, empresas y destino de los recursos públicos con los que está sufragando el numerito de su informe? ¿Por qué el resto de legisladores de Morena en Puebla que, –a diferencia de usted– sí fueron votados directamente por los electores, no han necesitado semejante despliegue publicitario? Y ya para dejarlo en paz, si tanto le interesa captar la atención “del pueblo bueno y sabio”, ¿por qué en ninguno de los espectaculares está la fecha, hora y lugar del show en cuestión?
P.d. ¿Acaso usted, Mier Velazco es un detractor “de closet” del presidente López Obrador? Pues todo ese despliegue publicitario no está ni de cerca apegado a los principios de austeridad franciscana impulsados por Palacio Nacional. Se lo dejo de tarea.
Por Enrique Huerta