Defensor dictator

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“Si no se invita a todos,
va a ir una representación del Gobierno de México, pero no iría yo”.
Andrés Manuel López Obrador

El Presidente de México la tiene muy clara: si Estados Unidos no invita a sus amigos, a los Jefes de Estado de Cuba, Nicaragua y Venezuela; “en modo protesta” enviará al canciller Marcelo Ebrard a la Cumbre de las Américas a celebrarse en Los Ángeles a principios de junio próximo desairando la invitación de la Casa Blanca. Horas después del incomprensible ultimátum, el embajador Ken Salazar se hizo presente en Palacio Nacional, fuentes internas confirman que, para variar, fracasó en combatir la testarudez presidencial.

¿Cómo comprender la caja china del momento? Desde luego el vandalismo diplomático lleva el sello de la casa: como cuando a principios de febrero López Obrador propuso una “pausa” con España por el escándalo de Iberdrola, e incluso porque el Rey de España no pidió disculpas —en nombre de Carlos V— por la caída de México-Tenochtitlán en 1521.

Curiosamente nunca extendió semejante requerimiento a tlaxcaltecas, zempoaltecas, chichimecas y demás indios aliados que fueron los verdaderos protagonistas de la derrota militar mexica.

Poco importa la realidad histórica y económica en ese extraño lugar donde se producen Las Mañaneras: en plena estanflación se amenazó con pausar una relación bilateral frente a una Inversión Extranjera Directa (IED) que representa el 10.7 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) nacional.

Y cómo olvidar aquel entrañable round de sombra con Alexander Van der Bellen, presidente de Austria, por su actitud “prepotente y arrogante” al no querernos prestar para la exposición “La grandeza de México” el famoso Penacho de Moctezuma que el tlatoani regaló a Hernán Cortés en 1519.

Quizá Andrés Manuel tenga más éxito en tribunales internaciones si reclama el acervo completo de la sala mexica del Museo Británico, piezas que en su mayoría no llegaron por obsequio sino por saqueo.

Desafortunadamente aún nadie le ha informado que ese lugar existe en pleno corazón de Londres.

Obviamente se me acabaría la columna recordando las puntadas internacionales del sexenio. Y sin embargo la cortina de humo de “La Cumbre” es capaz de mostrar, como pocas veces, al presidente López Obrador de cuerpo completo: detrás de su “protesta” no sólo existe una obvia defensa a los dictadores más inmundos del continente, sino un desprecio injurioso por un cuarto de millón de migrantes mexicanos deportados por la administración de Joe Biden.

Su inasistencia no será motivada por los atropellos en materia de derechos humanos que sufren los connacionales gracias a las vejaciones de las patrullas fronterizas, el hecho se aplaudiría; sino porque Miguel Díaz-Canel, Nicolás Maduro y Daniel Ortega no están en la lista de invitados de Los Ángeles.

El himno de la secta requiere pronta reforma: “es un honor estar con el defensor de un dictador”. Es cuanto.

Por Enrique Huerta