¿Dónde quedó la tercer ola?

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Por Enrique Huerta

Los clásicos nunca pasan de moda. Intentemos una de las mayores proezas del entendimiento humano, explicar los improperios del siempre vilipendiado y nunca bien ponderado Dr. Hugo López-Gatell.

Cuando la mayoría de los mexicanos, 15 días después de las vacaciones de Semana Santa, con justa razón nos preguntábamos: ¿dónde quedó la tercera ola anunciada por el responsable nacional de la estrategia sanitaria?

De inmediato el llamado “Dr. Muerte” salió a las maromas justificando su célebre –y tristemente crónico- astigmatismo estadístico:
“Cuando nos referimos hace algunas semanas…, antes de la Semana Santa, al riesgo de una tercera ola, nos referíamos a esta situación en la que después de 11 semanas en que la epidemia bajó…, fue cada vez con menos casos y hospitalizaciones, menos personas enfermas; hoy vemos en estas 10 entidades federativas que ha cambiado la situación” (Vespertina: 19 de marzo).

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Cualquier estudiante de bachillerato, con tan sólo un par de cursos básicos de estadística inferencial, sabría que el uso correcto de una metáfora de semejante dimensión cuantitativa supondría necesariamente un tercer acmé en la incidencia nacional de contagios capaz de rivalizar con aquellos que el sistema nacional de salud tuvo que enfrentar durante la primera quincena de agosto y, más aún, a partir de la segunda quincena de diciembre del año pasado; en consecuencia cualquier alumno que en verdad haya prestado atención a sus lecciones bajo ninguna circunstancia igualaría “una tercera ola” con una simple variación en la propagación que, dicho sea de paso, está dentro del margen incidental de las infecciones registradas a nivel nacional durante las últimas semanas.

¿Podemos probarlo? Desde luego. Una de las maravillas de la ciencia es que puede desenmascarar fantoches y pregoneros de la calaña del señor Gatell: la tasa de positividad nacional –datos de la secretaría de Salud- durante las últimas cuatro semanas ha sido del 21.32 por ciento –con corte al lunes 19 de abril-, mientras que el promedio de ese mismo indicador durante el mismo periodo “en las 10 entidades federativas donde ha cambiado la situación”, como aseguraba con tono de preocupación prefabricada el subsecretario, tan sólo es de 24.27 por ciento. Queda exhibida la mentira, aunque habrá que reconocer el esfuerzo por maquillarla; lo cierto es que afortunadamente, para todos los mexicanos que aún no nos hemos vacunado –más de 80 por ciento de la población-, nos vendieron gato por liebre, o más bien dicho espuma por ola para el caso que nos ocupa.

P.d. ¿Por qué una ocupación hotelera de casi el 60 por ciento en las playas de México durante Semana Santa no estalló en las zonas Covid de los hospitales del país? 14 millones de vacunas implementadas y la inmunidad de rebaño del 25 por ciento de la población –según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición-, quizá sea la única respuesta convincente.