El recelo del carnal Marcelo

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«Yo les ofrecí el siguiente nivel de la 4T, y no me voy a desdecir ni voy a cambiar mis convicciones, ni voy a cambiar de partido, ni voy a dejar de luchar por lo que yo creo (…) que nuestro partido no se convierta en un partido de Estado, y que las prácticas que vienen del pasado se vayan de Morena para siempre».
Marcelo Ebrard

Muchas viejas reglas del sistema están atravesando por una metamorfosis singular: Marcelo “tragó sapos haciendo gestos”. Se quedó en Morena, pero con la firma denuncia de que su partido no ha podido erradicar las prácticas del pasado, y en consecuencia, la corrupción de antaño.

Y, sin embargo, cual priista en los tiempos de Fidel Velázquez, se disciplinó frente al Jefe Máximo del partido en un proceso de selección interna convertido en una verdadera elección de Estado. ¿De qué sirve, mi querido ‘carnal Marcelo’, ejercer una postura crítica frente a la podredumbre de Morena si eres incapaz de romper con ella? ¿Qué diferencia existió entre ‘tus diputados y senadores’, los mismos que se decían ‘marcelistas’, frente a la ola de curules oficialistas que impidieron la aprobación de un partida presupuestal para reconstruir Acapulco en 2024?

“No tienes convicciones”, le gritaba a Marcelo Ebrard, en sus días de canciller, una voz anónima a las afueras de Palacio Nacional. ¿Quién hoy podría decir lo contrario frente a un sujeto que está esperando –“no espera nada, pero espera”– el año 2030 para satisfacer su frustración presidencial?

En mi columna “El juego de las corcholatas”, publicada el 5 de julio de 2022, adelantábamos una proyección que se ha convertido en la noticia de la semana:

«Marcelo Ebrard tampoco será coronado con ramas de olivo el próximo año. Al menos no en Morena; no sólo porque lleva a cuestas el escándalo de corrupción de la Línea 12 del Metro, sino porque tiene “una cara de tecnócrata” que no se la aguanta: ¿se imagina usted a Ebrard con guayabera, entre collares de flores, intentando convencer al electorado de Macuspana o Ixcamilpa? Nunca en la historia de América Latina un régimen populista ha confiado su porvenir en un hombre tan lejano a su ideología e intereses. Y por si fuera poco “el carnal Marcelo”, como presidente, no será un hombre tan manipulable como hasta ahora lo ha sido como canciller; Andrés Manuel lo sabe de sobra, y si en verdad desea perpetuarse como “el Jefe Máximo” de la 4T, Ebrard representa un verdadero obstáculo en ese objetivo. ¿Estará dispuesto a romper con López Obrador en cuanto Morena no lo favorezca con la candidatura presidencial? No tendrá una mejor salida».

Y no se atrevió, por miedo o por conveniencia optó por la política de la sumisión a López Obrador. Larga vida entonces al ‘Jefe Máximo’ de la Transformación.

Por Enrique Huerta