La batalla por las candidaturas en los gobiernos de los estados se pondrá color de hormiga.
De cualquier forma, quien anhele ser candidata o candidato a gobernador necesita como requisito mínimo indispensable tener un buen nivel de conocimiento ciudadano e intención de voto; por ese motivo, muy pocas personas tienen canicas suficientes para competir y ganar.
Por si faltaba algo más, el Instituto Nacional Electoral (INE) decidió meter mayor presión a los partidos políticos al ordenarles postular a cinco mujeres en las ocho gubernaturas y la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, en un criterio para avanzar en la paridad de género.
Hace menos de 10 años el machismo imperante en los partidos enviaba a las mujeres a competir en rancherías y alcaldías donde no había posibilidades reales de triunfo.
En el ánimo de sanear la designación de las mujeres dentro de la competencia electoral, las cuotas de género vinieron a darle equidad a las contiendas pese al enojo de las dirigencias de los partidos.
Con el paso del tiempo las mujeres pasaron de ejercer su derecho al voto a ser votadas y a ocupar los espacios de poder, de ahí que tengamos nueve gobernadoras en el país y dos virtuales candidatas presidenciales.
En un acto de congruencia, me da gusto el crecimiento de las mujeres en el ámbito público y privado; sin embargo, más que imposición debería ser por convencimiento la asignación de cinco mujeres candidatas en Puebla, Veracruz, Yucatán, Jalisco, Morelos, Tabasco, Guanajuato y Chiapas.
Las mujeres han demostrado que la perseverancia rinde frutos y quienes han sabido gobernar con honestidad e inteligencia son referencia; caso contrario de quienes defraudaron la confianza ciudadana por ineficiencia y corrupción.
Luego de que el presidente Andrés Manuel López Obrador adelantara la sucesión, Claudia Sheinbaum metió el acelerador a fondo con su promoción por todas partes; no obstante, las mujeres en Puebla llegaron tarde en comparación con el abrumador proselitismo de los hombres.
Quizá con la intención de no violar la ley electoral con bardas ni espectaculares –que por cierto ya alucinan los ciudadanos de a pie–, las mujeres en Morena decidieron esperar tiempos y señales para los destapes formales.
El costo ha sido alto, su posicionamiento público es significativamente menor al que tienen sus compañeros.
¿Qué harán Mario Delgado y la Comisión Nacional de Elecciones, con todo y la simulación de medir a ocho perfiles?
¿Será que Morena elija candidata a pesar de que las encuestas vayan en sentido contrario?
¿El PAN se atrevería a bajar a Eduardo Rivera, su mejor posicionado y subir a Nadia Navarro?
¿Daría tiempo remontar las campañas de las mujeres?
Los partidos políticos vivirán días de mucha presión para cumplir con el mandato del INE y evitar descarrilamientos de candidaturas una vez iniciadas las campañas políticas.
Tal como dijera el cátcher de los Yankess de Nueva York, Yogi Berra, por los años 50… “Esto no se acaba hasta que se acaba” (y así es la política, tan incierta como traicionera, de modo que todo puede suceder).
Por Patricia Estrada