Ilusiones perdidas

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La nota no fue que hasta este domingo 5 de junio Mario Delgado y Citlalli Hernández, junto con el resto de la secta morenista, sostuvieran que “el carro completo” de las gubernaturas lo tenían asegurado; la noticia fue que realmente lo creyeron.

Contrario a lo que siempre he pensado sobre los militantes duros de Regeneración Nacional: no se trata del síndrome de “la primaria trunca” lo que necesariamente los lleva a sostener semejantes disparates; este fin de semana comprobé que responden a un impulso todavía más básico: una enternecedora inocencia que colinda con una extraña predisposición a confundir ilusión con realidad.

Cualquiera que conociera la trayectoria electoral de los últimos años en Aguascalientes y Durango, y que además se haya atrevido a revisar los perfiles de las candidaturas en los municipios con mayor concentración de electores de clase media, habría advertido lo mismo que en ContraRéplica Puebla le adelanté hace exactamente una semana:

“El sueño chairo del triunfo en “6 de 6 gubernaturas” se estrella contra la realidad en Aguascalientes donde la panista María Teresa Jiménez Esquivel convirtió la capital del estado en un bastión político impenetrable para el lopezobradorismo. Y finalmente, noticia de ocho columnas: todo parece indicar que el PRI triunfará en Durango en la candidatura de Esteban Villegas Villarreal, no precisamente por el voto de castigo que supuestamente aglutina la alianza opositora, sino por el éxito de las coaliciones representadas en las candidaturas a las presidencias municipales de la coalición Va por Durango”.

Houston tenemos un problema: el triunfo de la oposición en Aguascalientes y Durango no fue un hecho aislado. Durante las elecciones federales del pasado 2 de junio de 2021 Morena, junto con el PT, lograron en San Lázaro sólo 151 –de 300– curules de mayoría relativa; ese mismo domingo la Ciudad de México, el bastión histórico de la izquierda, se resquebrajó frente a las narices de Claudia Sheinbaum ganando únicamente en 7 de 16 alcaldías; por no hablar de la famosa consulta de revocación de mandato del pasado 10 de abril donde la maquinaria clientelar del Estado trabajó horas extras por la ridícula suma de 15 millones de electores –de más de 92 millones– que salieron a las urnas a refrendar el proyecto de nación de la 4T, sólo la mitad de los mexicanos que votaron por AMLO en 2018.

El consuelo del Morena radica en una ficción territorial descomunal pues, gracias a los resultados electorales del pasado fin de semana, el partido del régimen ocupará 22 de 32 gubernaturas; sin embargo, la propagada oficialista omite un dato digno de consideración: de esa muestra de 22 “estados morenistas”, la oposición acapara las presidencias municipales de diez ciudades capitales.

Ahora dígame sinceramente: ¿el arroz del 2024 ya se coció o ya se le chamuscó a López Obrador?

Por Enrique Huerta