“La campaña anticipada que se inició desde hace 16 meses está generando estos desencuentros internos. Yo siempre consideré que el anticipar con tanto tiempo la sucesión presidencial nos iba a generar este tipo de desencuentros, este tipo de confrontación que puede ser el inicio de la ruptura del movimiento y poner en riesgo el triunfo en el 2024”
Ricardo Monreal
No es obra de ninguna casualidad que sea precisamente el senador Ricardo Monreal el agorero de la catástrofe. Y, sin embargo, la advertencia exhibe como ninguna otra el juego perverso de mantener una competencia facciosa entre perfiles presidenciables a pesar de la claridad en la tendencia de todas las encuestas.
¿Quién hoy, con datos duros sobre la mesa, podría poner en duda que la aspirante favorita para suceder a Andrés Manuel López Obrador en la Presidencia de la República, en todos los estudios de opinión pública, es la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum? No sólo se trata del único perfil que desde hace 16 meses –como muy bien hacía la cuenta Monreal– se ha mantenido a la cabeza de las preferencias electorales, sino que también se trata de la única opción que ha mantenido una alza sostenida a pesar del proselitismo sobrehumano que desde la cancillería ha estado haciendo Marcelo Ebrard.
El último ejercicio demoscópico de Campaigns & Elections, por ejemplo, ubica a la Sheinbaum con una ventaja de seis puntos sobre Ebrard, quien presenta una variación negativa de un punto con respecto a la medición previa; esa pequeña contracción contrasta con el asenso de casi cuatro puntos que la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México ha acumulado a lo largo de los últimos cuatro meses de medición.
El crecimiento sostenido a favor del proyecto político de Claudia Sheinbaum no sólo es obra de la publicidad, o de la simple generalización de una percepción; por el contrario, se explica a través de la penetración geográfica –casi digo distrital– de sus alianzas con actores estratégicos al interior de Morena en cada estado de la República.
Puebla es un ejemplo tangible de esta tendencia: este fin de semana, en el marco de las asambleas informativas que se llevaron a cabo en la Sierra Norte, más de 10 mil simpatizantes declararon abiertamente que #EsClaudia la candidata de Morena y, en consecuencia, la próxima Presidenta de México.
Desde luego se trata de los municipios de Chignahuapan, Huauchinango, Xicoteopec, Francisco Z. Mena, Pantepec y hasta Jalpan; todos ellos con un rezago educativo propio del Porfiriato y una precarización del nivel de vida sólo comparable con las regiones más pobres de Oaxaca, Chiapas o Guerrero. Lo relevante, no obstante, no es el respaldo de una base electoral “ni mandada a hacer para Morena”, sino la unanimidad tácita de la misma.
En otras palabras, si los apoyos son tan claros y contundentes como parecen, ¿a quién realmente le beneficia el juego perverso de poner a corcholatas presidenciables a competir por el segundo y el tercer lugar? ¿O acaso no se han dado cuenta las coaliciones de Ricardo Monreal y Marcelo Ebrard que la sucesión anticipada supone una estrategia de purga interna que Morena está desplegando en su camino a la sucesión presidencial?
Hablemos en concreto: ¿qué podrían hacer en Puebla un monrealista como el senador Alejandro Armenta Mier, si persiste cercano a su padrino político y, en consecuencia, se queda sin el apoyo frontal de la bases de su partido? O mejor aún, ¿qué posiciones podrían negociar los aliados de Marcelo Ebrard en Puebla si “su gallo” desafía a Morena y termina en la boleta electoral, pero “de lado incorrecto de la Historia”? Habrá purga en Regeneración Nacional, de eso no hay duda.
Por Enrique Huerta