La carcajada de los expresidentes

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Por Enrique Huerta

Un trabalenguas no es vinculante. Sin embargo el próximo domingo 1 de agosto, en plena tercera ola de Covid-19, algunos incautos se enfrentarán a los términos de un reduccionismo absurdamente simple: SI o NO. Ante semejante farsa, llenemos de contenido las únicas opciones que el elector encontrará en las boletas más discutidas que votadas de la historia:

La consulta NO es un ejercicio de democracia participativa, sino un artero distractor populista diseñado para mantener intacta la lealtad de un electorado tan entrañablemente ilusionado como francamente precarizado. Tampoco es un ajuste de cuentas con el pasado, se trata un vulgar ardid que tiene como propósito revestir de apoyo popular la omisión penal contra los expresidente y sus gabinetes. Nadie está temblando de miedo. Ni Calderón, ni Fox, y mucho menos Martita frente al hartazgo de los agraviados que acudirán a las urnas bajo el espejismo de la libertad; si verdaderamente la FGR quisiera ir tras cualquiera de los expresidentes, tras Enrique Peña Nieto por ejemplo, bastaría echar mano de Emilio Lozoya que en su calidad de “testigo colaborador” sabe demasiado y ha cantado tan poco; si realmente la 4T estuviera empeñada en rastrear las corruptelas que entretejen al Estado mexicano con la estructura del narcotráfico y del crimen organizado no habría, por sólo citar dos escándalos, exonerado a Salvador Cienfuegos o liberado al hijo del Chapo.

En suma, la consulta NO será vinculante. Ni en los más remotos sueños de Palacio Nacional saldrán a las urnas el 40 por ciento del listado nominal –ni siquiera Morena con sus aliados lograron esa cifra en los comicios del 6 de junio pasado-. ¿La causa? El votante racional NO será parte de “una parodia del Estado de Derecho” –como la calificó The Economist-, y mucho menos contribuirá en el dispendio de 540 millones de pesos cuando en México hacen falta vacunas, medicinas, ambulancias, patrullas, y lo más elemental para el buen funcionamiento de la vida pública.

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Por el contrario, lo que me intriga es otra pregunta muy distinta a la cantinflesca del domingo próximo: ¿qué provocarán los seis –quizá diez- millones de electores que SÍ acudirán a las urnas de la consulta? La carcajada de los expresidentes. ¿Qué otra reacción podrían desatar después del descaro de un país que se atreve a montar un espectáculo de su propia impunidad? Seamos sensatos, ¿qué más les queda a los terribles señores Salinas, Zedillo, Fox, Claderón y Peña que reír cuando a la mañana siguiente el pueblo alienado haya descubierto que la suma de las boletas, a pesar de un rotundo SI, terminarán en los expedientes oficiales del perdón y el olvido de los crímenes del pasado? Cuán agradecido debe estar AMLO con su gente, con el núcleo duro del lopezobradorismo, que este domingo estará dispuesto a hacer el ridículo con tal de que su amado presidente NO pase a la historia como la tapadera de nadie.