La Larga Noche

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Por Enrique Huerta

Poco a poco la larga noche del Covid-19 empieza a llegar a su final. Ciertamente estamos muy lejos del alba, sin embargo los primeros destellos de una vacuna que cuenta con el 95 por ciento de efectividad empiezan a cambiar las tonalidades del firmamento global.

Contra todo pronóstico, prácticamente en la misma quincena que Estados Unidos, Rusia y Reino Unido; en México empezarán las labores de inoculación del personal médico que está en la primera línea de combate frente el Covid-19: al menos 250 mil dosis de Pfizer y BioNTech llegarán a territorio nacional apresurando una mega campaña de vacunación que arrancará formalmente la próxima semana, a partir de entonces el sistema de salud tardará al menos seis meses para aplicar 34.4 millones de dosis que, en virtud de la necesidad de una cadena de ultracongelación de -70 grados, estarán custodiadas en todo momento por la farmacéutica hasta el punto final de vacunación.

Merecidísimo obsequio de navidad recibirá el personal médico de los nosocomios públicos del país; tan sólo en el IMSS, a lo largo de nueve meses de pandemia, se han contabilizado 31 mil 124 contagios, de ese total 355 han fallecido. A nivel nacional –según el último reporte de Amnistía Internacional- la cifra es verdaderamente desgarradora: de cerca de 200 mil profesionales de la salud contagiados; han muerto mil 320 a causa de una pésima planeación, de la saturación de pabellones, del déficit de personal, de la carencia de insumos de protección, así como del exceso de indolencia social combinada con el terrible factor del Covid-19.

Las letalidad en este país es una vergüenza internacional. De un total de 1 millón 182 mil 249 contagios; México, país prominente del G20 que tiene millones de dólares para malgastar organizando elecciones o construyendo fantasías retrógradas sacadas de una mente autócrata como Santa Lucía, Dos Bocas o el Tren Maya, registra 110 mil 74 decesos acumulados: una tasa de letalidad global de 9.31%. Pocas naciones, incluso con un menor PIB, registran un desastre similar.

El tiempo apremia y definitivamente la muerte tiene prisa. La aceleración de la curva a nivel nacional, resultado de una intensificación de la apertura económica que ha arrojado miles de decesos, no le quita el sueño a nadie en Palacio Nacional, mucho menos al impresentable de López-Gatell que ha dicho de todo para hacer parecer “la estrategia nacional” al imaginario presidencial. Ciertamente se han hecho gestiones de compra por 77 millones de vacunas con AstraZéneca y por 33 millones de dosis con Cansino Biologics y, sin embargo, cuando lleguen a México será demasiado tarde para miles de familias que estarán de luto a causa de la decidida intención del Gobierno de la República de monitorear en lugar de controlar una pandemia. No hay ni habrá en México un gobierno más neoliberal que este.