La pandemia avanza en tiempos de la 4T con prisa y sin tregua:

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Por Enrique Huerta

Cuando inició la Jornada Nacional de Sana Distancia, el 23 de marzo pasado, este país dio a conocer 367 casos confirmados junto con sus primeras cuatro defunciones por coronavirus; dos meses más tarde el ilustrísimo López Gatell daría por concluido el primer experimento de su malograda estrategia con 87 mil 512 mexicanos infectados y 9 mil 779 decesos; el carrusel de las ocurrencias había iniciado su marcha y el objetivo era evitar el escenario catastrófico: 60 mil muertes por Covid-19.

De inmediato el equipo charlatanes y técnicos especialistas en contención científica de la subsecretaría de Salud, presentaron a la opinión pública el Semáforo Epidemiológico Nacional como “un monitoreo técnico que no está sujeto a negociaciones con los gobiernos estatales”, el naranja con 3.1416 alertas en la Ciudad México, a la postre, desmentirían el propósito original del proyecto; era la vespertina del 17 de julio y el gobierno de México reconocía oficialmente 331 mil 298 casos acumulados, entre ellos 38 mil 310 defunciones.

Sólo el 46 por ciento de las camas de hospitalización general estaban disponibles y el sistema de salud en el Valle de México estaba a punto del colapso; pero en Palacio Nacional tenían otros datos: al más puro estilo del neoliberalismo el gobierno de López Obrador se preparaba para la reactivación económica; la razón de empresa por encima de la razón humana; la inversión, el empleo y la productividad como precondición para la vida; y que los pobres paguen el costo de “la estrategia”. La tarde del primero de agosto el pico de la pandemia llegó puntual a su cita con la estadística con 9 mil 556 casos de Covid-19 confirmados en 24 horas; esta vez se trataba de 434 mil 193 acumulados y 47 mil 472 decesos confirmados.

Los 112 días por transcurrir, abrumados por la precariedad y con el corazón envuelto en duelo por la pérdida de familiares y amigos; los mexicanos regresaron a trabajar a las plantas automotrices y a las oficinas; disfrutaron de la mesa de un bar convertido en restaurante; agotaron los saldos de la temporada pasada en los centros comerciales; algunos hasta les dio por ir a los museos; otros prefirieron comer las palomitas sanitizadas de los cines o darse el lujo de invitar a “Susana Distancia” al teatro; al parecer tianguistas y transportistas “nunca se enteraron” del #QuédateEnCasa; lo cierto fue que sólo 112 días bastaron para que la pobreza laboral, a pesar de la reactivación económica, llegara el 22 de noviembre al 44.5 por ciento de la población y fuera capaz de patrocinar el segundo punto más alto de la interminable escalada de contagios: 9 mil 187 casos en 24 horas llegando a la espectacular cifra de un millón 41 mil 875 contagios, 101 mil 676 de ellos tres metros bajo tierra.

En el momento más oscuro se abre una luz al final del túnel: Marcelo Ebrad aseguró que la vacuna de Pfizer estará en diciembre en México. El anuncio obliga la pregunta: ¿el gobierno de la 4T que prefirió monitorear, en vez de controlar la pandemia, podrá evitar que se levanten otras 100 mil lápidas con una campaña de vacunación exitosa?