La política del subsidio permanente

53

“[México] es una economía que, no diría yo que está en una situación ideal” Rogelio Ramírez de la O

Inusuales declaraciones por parte de un secretario de Hacienda y Crédito Público que, siguiendo la tradición de los ministros del rubro, su optimismo suele colindar con la mentira manifiesta.

¿Qué tan mal anda la economía mexicana? Bastaría con cargar gasolina: ver los precios del litro de Magna y Premium, 21.69 y 23.55 respectivamente, y recordar que desde el 1 de enero de 2022 el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) ha permanecido subsidiado al 100 por ciento por la secretaría que encabeza Ramírez de la O a costa de la sustentabilidad de programas de desarrollo destinados a combatir la desigualdad de los sectores económicamente más vulnerables.

En mi columna de ContraRéplica Puebla, publicada el pasado 11 de enero, en el marco de la tensión por el ascenso de casos positivos a causa de la variante ómicron que contrastaba con la serenidad de Palacio Nacional que, por aquellos días, aseveraba que la escalada inflacionaria era “una distorsión transitoria”; un servidor le adelantaba la siguiente proyección:

“Si la realidad de las próximas semanas confirma que la letalidad de la nueva variante que azota el mundo no se verá reflejada en los hospitales, sino en la reactivación económica, en el marco de una accidentada recuperación de fuentes de empleo, una cuesta de enero complicada como ninguna otra en los últimos 20 años, y una inflación superior al 7.36 por ciento que, para colmo de males, se trata de la quinta cifra más alta registrada a nivel internacional. Bajo este terrible escenario, ¿qué pueden hacer los gobiernos para proteger la economía de los ciudadanos del inminente colapso productivo? Lo que sea que hagan terminará golpeando nuestra cartera”.

La inflación actualizada, según Banco de México, ronda el 7.58 por ciento y amenaza con llegar a los dos dígitos a finales de 2022; todo dependerá de las políticas compensatorias que implemente la 4T durante el segundo semestre de 2022.

El flamante Paquete contra la Inflación y la Carestía (PACIC) que presentó el presidente López Obrador el pasado 4 de Mayo, como cualquiera que haya terminado la preparatoria logró advertir: no está diseñado para combatir las raíces de la inflación pues únicamente consiguió una contracción generalizada de 0.14 –con respecto al nivel máximo registrado el mes anterior–, patética cifra frente al costo real de vida que deben enfrentar los bolsillos de los mexicanos con salarios cada día más precarizados.

La misma receta económica se prepara, “de los excedentes del precio de la mezcla mexicana” que actualmente ronda los 113 dólares, para disfrazar el costo real de las tarifas del servicio de energía eléctrica.

¿Cuál es la salida? El margen de maniobra presupuestal del gobierno ya es muy estrecho, y el control de precios no es una opción viable para el sistema; lo único que se vislumbra en el horizonte de la 4T es la política del subsidio permanente y esa no es una buena noticia para nadie pues causará, en términos reales, que el sexenio de López Obrador cierre con 60 millones de mexicanos inmersos en una pobreza abyecta por definición.

Por Enrique Huerta