La resurrección

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¿De qué le sirve a López Obrador haber conseguido 15 millones de sufragios a su favor en la Consulta de Revocación de Mandato si ya no puede cambiar la Constitución? Al filo de las 23:30 horas del domingo de resurrección la oposición, otrora “moralmente derrotada”, le hizo ver su miserable suerte a esa ficción descomunal llamada 4T; increíblemente la victoria que hoy saborea el PRIANRD es la consecuencia más espectacular del mandato de las urnas de 2021: una consigna radicalmente democrática, y eso es justo lo que Morena y el PT, que inocentemente se han dedicado a escriturar al pueblo a través de la propaganda oficial, aún no pueden comprender.

Bastaría con recordar lo que oportunamente le compartía a usted hace un año en mi columna ContraRéplica Puebla del 19 de mayo de 2021:

“¿Por qué la popularidad que no tiene ningún presidente del mundo no le va a alcanzar a López Obrador para lograr algo tan simple como la segunda parte de un gobierno unificado en la Cámara de Diputados? Porque la libido no es transferible. En este país la popularidad presidencial es una correlación significativa entre ignorancia, precariedad, ideología y libido, mucha libido –“los lazos sociales son lazos libidinales”, aseguraba con razón el señor Freud-, a fin de cuentas una fuerza antipolítica que traspasa a las personas sin tocar a las instituciones. De lo contrario el Presidente de la República no tendría que forzar la maquinaria del sistema para imponer su voluntad en Nuevo León, una plaza que jamás penetrará la 4T; mucho menos hubiera hecho el ridículo desaforando a Cabeza de Vaca para que al día de hoy siga tan campante como gobernador de Tamaulipas; y en consecuencia Morena no tendría que poner a Mario Delgado a recordarle al gran público, en un patético spot de radio y televisión, que todos los del chalequito guinda están con ya sabes quién”.

No es casualidad que precisamente hoy estén bajo el banquillo de los acusados Mario Delgado e Ignacio Mier por el fracaso presidencial de Morena en San Lázaro; un par de cretinos extremadamente fáciles de culpabilizar -y de desechar- en caso de desastre. Han pasado 48 horas desde lo sucedido y no podríamos decir que AMLO “tuvo que tragarse una cucharada de su propio chocolate”; es un autócrata en decadencia, más bien probó una dosis de democracia, que buena falta le hacía.

P.d. Quisiera hacer una aclaración: si usted cree que este fin de semana resucitó el PRIANRD; tendré que decepcionarlo. La miserable partidocracia se conserva en el formol de la representación política desde hace décadas en México; lo que revivió no fue la oposición, sino la Constitución, a través de la renovación de un principio republicano aletargado por la fallida restauración autoritaria de la 4T: “el Ejecutivo propone y el Congreso dispone”. En otras palabras, López Obrador dejó de ser el gran legislador y esa es una buena noticia en un mar de tragedias.

Por Enrique Huerta