Los caminos de la vida

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Por Enrique Huerta

Hagamos memoria, intentemos recordar el estado de la pandemia en México a finales de la segunda quincena de marzo de 2020. En mi columna de Diario ContraRéplica del 1º de abril de ese mismo año, le comentaba lo siguiente:

“La SEP desde el 20 marzo y hasta el 30 de abril próximo decidió suspender clases, las universidades e institutos tecnológicos replicaron la medida. Esto implicó en términos prácticos mandar a casa a 32.5 millones de estudiantes junto con más de un millón y medio de profesores”.

Al tiempo se antoja ridículo que López Obrador y el resto de los venerables floreros de Palacio Nacional hayan decretado una suspensión de sólo mes y medio a causa de una pandemia que frenó al mundo entero. No tenían idea a lo que se enfrentaban, y tristemente siguen sin tenerla sobre el retorno escolar programado “llueva, truene o relampaguee” para el próximo 30 de agosto. Pero sigamos con la retrospectiva: aquella vespertina de 2020 la Secretaría de Salud reconoció 203 casos acumulados y un par de defunciones asociadas al coronavirus. La tasa de letalidad era de sólo 0.98 por ciento; muy pocos nos atrevimos a advertir la catástrofe y, sin embargo, ninguno anticipó la voracidad de la tragedia: corre el 18 de agosto de 2021, han pasado 17 meses desde que los estudiantes de todos los niveles educativos abandonaron las aulas y México reconoce oficialmente 3 millones 101 mil 266 contagios acumulados con una tasa de letalidad del 8 por ciento. Con una cifra récord alcanzada el pasado 12 de agosto de 24 mil 975 contagios en un solo día, y únicamente 30 millones de mexicanos con el esquema completo de vacunación, este país se prepara para reabrir sus salones de clase exponiendo a los estudiantes a un riesgo de contagio inminente.

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¿Han perdido la razón en Palacio Nacional? El cálculo, producto de la retorcida cabeza del Dr. Muerte, francamente es extralógico: con 1/3 de la población que ha tenido contacto directo con el virus, las y los niños han generado inmunidad natural que los protegerá ante “el retorno inminente” a sus esquemas híbridos -pero a fin de cuentas presenciales-. ¿Habrán considerado que a la variante Delta le bastan quince minutos de contacto para infectar a un ser humano, mientras la estancia en las escuelas primarias dura cinco horas?

Desafortunadamente no habrá margen de error, nos encontramos frente a otra decisión negligente que seguirá saturando los hospitales y los panteones de México. Si el cálculo de Gatell fuera correcto, ¿por qué Estados Unidos, con una agresiva campaña de vacunación, el pasado 14 de agosto registró una cifra récord de niños hospitalizados por Covid-19, según datos de Departamento de Salud y Servicios Humanos del aquél país?
Para mala fortuna de los padres de familia, muy pronto el señor que pone rolas en Palacio Nacional comprobará que, en efecto: “los caminos de la vida no son como él pensaba, no son como él creía”.