«No va a importar si en los nueve estados hubiera nueve compañeros varones que ganaran su encuesta de conocimiento, se va a privilegiar la participación de las mujeres, sobre todo en aquellos estados donde la participación de las mujeres sea competitiva»
Claudia Rivera Vivanco
En la apreciación, la ex presidenta municipal de Puebla lleva la sentencia. A juzgar por todas las encuestas ventiladas en los últimos días: ninguna de las aspirantes a la candidatura de Morena por la gubernatura de Puebla resulta ser una opción medianamente competitiva. Y que nadie se atreva a fingir sorpresa, los dados estaban cargados por las opciones masculinas desde el primer momento de la contienda. En mi columna “Las Huestes”, publicada el pasado 14 de septiembre, fui demasiado enfático al respecto:
«Para aquellas que andan soñando con la alternativa feminista deben considerar que el partido de López Obrador ha demostrado ser lo suficientemente pragmático como para ser incapaz de arriesgar, por una cuestión de género, todos sus perfiles competitivos en un estado. Al tiempo…».
¿O acaso en escasos 10 días Olivia Salomón, Lizeth Sánchez o la propia Rivera Vivanco podrán remontar entre 10 y 15 puntos para alcanzar al dúo dinámico de primos que están disputándose Casa Aguayo? Para bien o para mal, la participación de las mujeres en el proceso interno de Morena en Puebla tiene como único propósito brindar una fachada de aparente pluralidad y, desde luego, legitimar el resultado de una contienda que se suscribe a las rencillas de una misma familia.
Desde luego no se trata de una apología misógina. El nepotismo que respalda a Julio Huerta o Rodrigo Abdala también los colocan como perfiles legítimos –al igual que Salomón, Sánchez o Rivera– pero no competitivos frente al seguro candidato del Frente Amplio por Puebla que, desde su destape oficial del pasado domingo: “ha puesto a temblar”, no sabemos si a todos los lopezobradoristas de la entidad, pero sí a uno de ellos que hasta pidió licencia, perdiéndose la magnífica oportunidad de “colgarse la medallita” de la extinción de 13 fideicomisos del Poder Judicial gracias a su “insustituible liderazgo” en el Senado de la República.
¿Será que el experimentado Alejandro Armenta esta siguiendo “el manual de operaciones” del ex canciller Marcelo Ebrard? Separase de su cargo, solicitar debates al adversario… y quizá, teniendo el destino en contra, ¿desconocer los resultados? Irremediablemente lo sabremos.
Mientras tanto, a 10 días del resultado de la lucha interna, la única certeza que tenemos está en el artículo 31 de la Ley General de Partidos Políticos: “se considerará reservada la información relativa a la contienda en todo tipo de encuestas por ellos ordenadas”. Lo que que en castellano quiere decir que quien gane en el ejercicio demoscópico de Morena de ningún modo tiene asegurada la candidatura.
Por Enrique Huerta