Melodrama en dos actos

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Primer acto

Ya nadie brinca

El drama interno de Morena está llegando a un desenlace francamente premeditado. Ya lo advertíamos en la columna de ContraRéplica Puebla publicada el pasado 11 de agosto, titulada “La última asonada de la chiquillada”:

“Hasta el lunes próximo habrán fechas y calendario para renovar la dirigencia estatal en Puebla y la pregunta carcome las conciencias de más de uno: ¿por qué tanto brinco si el suelo está tan parejo? Es decir, ¿por qué, a pesar de que la paliza fue de antología, 116 de 150 consejerías en Puebla quedaron en figuras cercanas a la coalición de intereses encabezada por Miguel Barbosa como Karina Pérez Popoca y Sergio Salomón Céspedes, o irremediablemente afines como fue el caso de Olga Lucía Romero Garci-Crespo y Tonatzin Fernández, los nombramientos no se han ratificado y el proceso interno está virtualmente suspendido?”

Y efectivamente, el calendario fue revelado por Mario Delgado con la puntualidad que intenta disimular que la organización de los comicios de Regeneración Nacional no pasarían los estándares de la calidad democrática de occidente.

El partido que osadamente pretende firmar el acta defunción del Instituto Nacional Electoral no puede con un simple proceso interno de renovación; la historia es para el anecdotario de la ilusiones de una clase política que ha perdido el piso a causa de la popularidad del inquilino de Palacio Nacional que está a un par de años de jubilarse y ocupar su sitio definitivo en la historia de México.

En Puebla, poco a poco los números de la elección se imponen por su propia fuerza. Ya nadie “brinca”; la chiquillada, la coalición minoritaria contrariada con la masa de morenistas, ha vuelto al juego de sombras donde han operado desde siempre. ¿Qué otra cosa podría quedarles? Ni Ignacio Mier Velasco, ni Claudia Rivera Vivanco y mucho menos Rodrigo Abdala pueden evitar que el próximo 20 de agosto la mayoría de “la militancia buena y sabia” se imponga en el proceso de elección de la presidenta del Comité Ejecutivo Estatal del partido de López Obrador en la entidad.

Segundo acto

La conquista de la presidencia

La diputada del Congreso del Estado, por el Distrito 25 de Tehuacán, Olga Lucía Romero Garci-Crespo se perfila para ser la nueva presidenta de Regeneración Nacional en Puebla para el periodo 2022-2025.

En caso de que la mayoría del Consejo Estatal de Morena se pronuncie en ese sentido, la hoy diputada deberá ser respetuosa de los estatutos internos de su instituto político y solicitar licencia a su cargo de representación por tiempo indefinido.

La trayectoria política de Olga Lucía es interesante: nació en Tehuacán en 1968 y no tiene registro de actividad política alguna en los mejores años de “la mafia del poder”; por aquellos ayeres –entre 1996 y 1998– era ejecutiva de ventas de una modesta agencia de viajes.

Se registró como militante de Morena hasta el 2018 cuando el triunfo electoral del lopezobradorismo era irreversible, semanas después fue postulada como candidata a diputada y triunfó, como todos los candidatos de entonces, por la fuerza del caudillo. Tres años después repitió la hazaña por sus propios méritos y, por segunda ocasión, ocupó una de las 41 sillas del pleno del Congreso del Estado.

Podría decirse con todas sus letras: las fuerzas vivas de la militancia ya tienen presidenta del Comité Ejecutivo Estatal de Morena. Pero existe aún un pequeño inconveniente que se resolverá irremediablemente: ¿la cúpula nacional del partido, encabezada por Mario Delgado y compañía, replicarán la voz de la militancia local en Puebla? Estamos a unas horas de descubrirlo.

Por Enrique Huerta