Por Karla Sánchez
Hasta el último censo, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) estima que en México hay 25 millones 694 mil 928 personas indígenas. Esto representa al 20.1% de la población del país y 3 de cada 4 se concentra en ocho entidades: Oaxaca, Chiapas, Veracruz, México, Puebla, Yucatán, Guerrero e Hidalgo.
Un alto porcentaje de esta población habita en zonas urbanas, pero aún así, la mayoría se encuentra en comunidades rurales; y en ambos casos, ha sido un sector demográfico fuertemente golpeado por la pandemia de Covid-19.
Según el último Informe Epidemiológico disponible por parte de la Secretaría de Salud Federal -con corte al 27 de mayo de este año-, 19 mil 769 casos y 3 mil 73 defunciones por coronavirus se registraron en población indígena. Puebla ocupa el octavo lugar en incidencia del virus al interior de esta población, con un total de 832 casos confirmados y antecedido por Michoacán, Guerrero, Hidalgo, San Luis Potosí, Estado de México, Oaxaca, CDMX y Yucatán, que se lleva la mayoría con casi 3 mil casos.
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El promedio de edad entre los contagiados es de 47 años. Entre los contagios el 54% corresponde a hombres y el 46% a mujeres; además 7 de cada 10 casos positivos son de pacientes ambulatorios y solo 3 requieren hospitalización.
Trabajadores del hogar, empleados, trabajadores de la salud y campesinos, en ese orden, son las ocupaciones que con mayor frecuencia registran contagios de coronavirus, seguido por los comerciantes de mercados, jubilados, estudiantes, desempleados, obreros y maestros.
Y si bien Puebla no registra una tasa de contagio tan alta, si destaca en la tasa de mortalidad: nuestra entidad ocupa el tercer lugar en cuanto a defunciones de personas indígenas por Covid-19.
Estas cifras vienen acompañadas de la preocupación por parte de la Organización Panamericana de la Salud, que estima que de los 62 millones de indígenas que viven en las Américas, más de 600 mil se han contagiado del virus y al menos 15 mil han muerto desde el inicio de la pandemia.
Hoy, a poco más de año y medio, las preocupaciones de las instancias sanitarias internacionales se vuelcan en la comunicación y las vacunas, dado que en muchas comunidades, la información fidedigna suele llegar después que las cuestionables cadenas de Whatsapp y la infodemia generada de boca en boca, la cual hace dudar del virus y de la efectividad de las vacunas, que por cierto, enfrentan también el reto logístico de alcanzar a las poblaciones más alejadas para lograr la tan anhelada inmunidad de rebaño.
