Redes sociales: La Santa Inquisición

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Por Patricia Estrada

Andrés Manuel López Obrador es gallo de pelea. La discusión es su fortaleza. Cada vez que lanza un golpe consigue su objetivo, confrontar a sus críticos y alebrestar a sus seguidores. La mañanera es su mejor escaparate. Gobierna con poder mediático. Siempre encuentra la forma de desviar la atención hacia su agenda y acomodarse en la coyuntura para lavarse las manos.

El presidente disfruta el pleito y como buen estratega aplica “divide y vencerás” para conseguir sus objetivos. No le interesa construir la unidad nacional ni negociar con la oposición, ni mucho menos comprarla como hacían los gobiernos neoliberales. Es mejor exhibir a los “fifís” para que las redes sociales hagan el trabajo sucio.

Ni la UNAM o la Organización Mundial de la Salud se escaparon de la boca del presidente. Lanzó los dardos y generó reacción, tal como era previsible. Una cascada de comentarios defendieron a la universidad de la aseveración de que se volvió individualista y defensora de proyectos neoliberales pero eso no incomoda al autor de tremenda pifia.

La OMS contestó al crítico número uno de México: “Mande a sus expertos para que vean cómo es el procedimiento, usamos datos, evidencia y principios”. No podían aceptar el reclamo presidencial sobre el retraso de aprobar la vacuna rusa Sputnik V. Una respuesta diplomática para el político que desconfía hasta de su sombra.

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¿Cuál será el blanco de esta semana? Quizá este lunes Claudio X. González, empresario consentido de los gobiernos del pasado que advirtió en hacer una lista de aquellos personajes que han lastimado a México, y no tardó Claudia Sheinbaum en calificarlo de “fascista”. Una jefa de gobierno con aspiración presidencial que tampoco tiene problema con exhibir a los enemigos ideológicos de la 4T. Otro suculento festín para las redes sociales.

Y hablando de redes sociales, la pareja del momento Samuel García y Mónica Rodríguez generaron tsunami de reacciones por la nueva forma de gobierno en Nuevo León. Una princesa llegando a Palacio y un príncipe encantador grabando su arribo. Un amor de cuento de hadas entre un político ricachón y una carismática influencer que utilizan tik tok e Instagram para ir construyendo –quizá- un nuevo proyecto presidencial.

Cada quien utiliza las redes para sus propósitos personales, desde conquistar nuevos públicos o entretener a los actuales con diatribas. Bendita democracia que da cabida a todos aunque las redes sociales se han vuelto inquisidoras.