Seguridad en el transporte, fracaso rotundo

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Por Patricia Estrada

Víctor sufrió esta semana el segundo asalto de su vida en la ruta 72-A. Tres sujetos armados abordaron el microbús a temprana hora y despojaron a casi todos los pasajeros de sus pertenencias.

Minutos después del atraco, compartió en Oro Noticias que la unidad 18 que fue asaltada sobre Bulervar Esteban de Antuñano -el miércoles 4 de febrero- circulaba con cámara de seguridad sin funcionar y sin botón de pánico.

En tan solo 2 minutos, los delincuentes con armas de fuego y una lámpara de toques amagaron al conductor, a quien le quitaron la cuenta de al menos 14 pasajeros que viajaban a las 6:25 de la mañana.

Aunque llegaron varias patrullas y la zona fue peinada no hubo manera de detener a los responsables, dos jóvenes y uno mayor (que no portaba cubrebocas). Víctor expresó su impotencia al no poder defenderse otra vez de un trío de vividores.

Alexander fue otro pasajero que se llenó de frustración cuando tres tipos abordaron la ruta 72-A a la altura de La Libertad y los pasajeros fueron amenazados con navajas y pistola, en octubre del año pasado. Los atracos duran un par de minutos y el camión sigue su camino sin detenerse por miedo a una revancha.

La realidad es que la Secretaría del Transporte fracasó en su intento de modernizar las rutas del transporte público. El incremento a la tarifa autorizado el 12 de octubre de 2019 fue solo un pretexto para calmar los ánimos de los concesionarios que pedían el ajuste a la tarifa. Hoy la gente reclama con enojo y razón una promesa fallida del gobierno.

El transporte público de Puebla es inseguro. Cámaras sin conexión al C5 o botones de pánico inexistentes hacen que los traslados sean todavía más peligrosos para los usuarios y choferes. Los operativos al transporte son insuficientes y los pasajeros tampoco denuncian los asaltos porque consideran una pérdida de tiempo cumplir con el trámite ante la Fiscalía del Estado.

El transporte público es un monstruo de mil cabezas. No hay gobierno ni partido político que pueda cambiar la realidad que padecen cientos de usuarios todos los días. Son más los intereses políticos y económicos que rodean a este sector plagado de irregularidades y omisiones que resultan difíciles desterrar en un sexenio.