Suerte, señor profesor

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Por Enrique Huerta

El día que regresaron a clases sin salir de casa más de 30 millones de estudiantes de nivel básico y medio-superior: México se afianzó en el tercer sitio global con 60 mil 800 decesos acumulados por Covid-19, como se ha comprobado, más del 70 por ciento de ese total ocurre en hospitales públicos pues, para mala fortuna de muchos, se trata de personas de bajos ingresos y escaso nivel educativo; la situación contrasta con la India, nuestro “competidor” más cercano que con 3 millones de contagios aún no es capaz, quizá por los buenos oficios de Ganesha combinados con la fortaleza de un sistema de salud propio de una sociedad posindustrial, de superar el desastre mexicano.

Durante los primeros seis meses de esta pandemia se han presentado infinidad de retos que los gobiernos no han podido superar. La educación no fue la excepción: ¿cómo llevar el proceso de enseñanza-aprendizaje a los hogares de México cuando existen 13 millones sin acceso a Internet? La estrategia de la 4T fue simple: retrasar a muchos a costa del beneficio de los más precarizados; es decir, trasladar a los pequeños de las zonas urbanas más avanzadas a la sociedad mediatizada de los años 80, cuarenta años atrás, de este tamaño es la brecha digital de nuestro subdesarrollo.

El discurso oficial no tardó en aplaudir la medida: “México no se rindió, concluyó satisfactoriamente el ciclo escolar 2020-2021 (…) quizá nuestras niñas, niños y jóvenes deseen aprender más que nadie en el mundo”; de las palabras del titular de la secretaría de Educación Pública, Esteban Moctezuma, se desprenden al menos dos preguntas: ¿en verdad los programas de “Aprende en Casa 2” llegarán a todos los hogares mexicanos? ¿realmente colmarán los objetivos de una educación integral a través de los canales de televisión?

En el México del siglo XXI medio millón de viviendas se encuentran como en tiempos de don Porfirio, sin acceso a energía eléctrica; estamos hablando de cerca de 43 mil localidades donde habitan alrededor de 2 millones de personas: ¿cómo van a ver los canales sin televisiones?. La segunda pregunta, usted señor padre de familia tendrá que resolverla: ya se habrá dado cuenta que las series trasnochadas del Canal 11 y el Canal 22, y otros contenidos insufribles, son un relleno insuficiente para lograr los objetivos de cada asignatura; los personajes de la televisión han reducido a alumnos y profesores al papel de simples espectadores mientras que los contenidos de las cápsulas ni siquiera siguen el orden temático de los libros de texto; en consecuencia: si se aprende a leer en casa, a realizar exitosamente una regla de tres, a factorizar correctamente, si se conocen las capitales del mundo y las propiedades de los elementos de la tabla periódica será gracias a usted, y a nadie más que a usted. En algo acertó Moctezuma Barragán: “quizá otros países no posean el tamaño de corazón de madres y padres como los nuestros”. Suerte, señor profesor.