Un asalto sexual, una breve reflexión

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Por Patricia Estrada

La historia por sí misma cimbra el alma. Netflix retomó la investigación de un caso sin precedentes en 2012: La violación grupal contra Jyoti Singh Pandey, fisioterapeuta de 23 años de edad, que 13 días después murió por las devastadoras heridas que le provocaron golpes, mordeduras y la penetración con una barra de metal.

La mujer y su acompañante fueron torturados a bordo de un autobús en movimiento en Nueva Delhi y luego lanzados al pavimento en el intento de atropellarlos. El asalto sexual fue condenado en el mundo, era imposible callarse frente a la barbarie. El gobierno indio ha sido criticado desde hace décadas por el desinterés de combatir el desprecio hacia las mujeres.

La serie “Delhi Crime” exhibe a una policía burócrata, llena de vicios, sin perspectiva de género ni política forense eficaz frente a los delitos sexuales pero también a un grupo investigadores (mujeres y hombres) que decidió romper la inacción policiaca debido a la brutalidad de los hechos y a la cobertura masiva internacional.

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De los seis infelices violadores, cuatro fueron condenados a la pena de muerte, el chofer del autobús – que detalla a la policía los horrores del ataque sin arrepentimiento- falleció en su celda y el sexto, menor de edad enviado a un reformatorio. Ningún desenlace fue suficiente castigo frente al acto de crueldad.

La India es el país más inseguro para las mujeres con una cultura de violación (100 casos al día) que atenta contra el derecho a crecer en un ambiente seguro dentro y fuera de casa. Sin igualdad de oportunidades educativas, laborales y salariales, el estigma del abuso sexual se convierte en su peor lastre. El machismo es una condena de por vida, llevándolas a la marginación, explotación y más violencia. ¿Cuántas mujeres habrán callado la violación sufrida por parte de familiares, compañeros de trabajo, jefes o desconocidos para no comprometer su aceptación social?

El transporte público no es opción para las mujeres. La posibilidad de vivir un episodio similar al 2012 ha cerrado a cientos de ellas ofertas de trabajo mejor pagadas. En la India, como en México se han reducido los espacios seguros para las mujeres ¿Cuántos crímenes sexuales serán necesarios para corregir el rumbo? ¿Por qué los gobiernos, la sociedad y las leyes no caminan en la misma dirección?

Después de ver la serie este sábado me pregunté si estamos condenadas a vivir con miedo. Me aterra pensar que el riesgo a sufrir un acto de violencia y la impunidad que acompaña estos casos nos haya arrebatado la libertad.