Un gran salto para Puebla

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El simple hecho de que en pleno siglo XXI se hayan suscitado acaloradas discusiones en Puebla en torno a la instalación de parquímetros en la capital de la entidad, exhibe el nivel de aldea que aún tenemos en la cabeza, o dicho de manera más precisa: el rezago en materia de movilidad del que son presa amplios sectores de la sociedad que siguen aferrados a una idea provinciana de la res urbana.

No tenemos que irnos a las experiencias de ciudades como Estocolmo, Ámsterdam, París, Dublín donde altísimas tarifas han cuadrado con una política que inhibe el uso del automóvil acompañadas de algo completamente desconocido en “tierras camoteras”: la dignidad e impecable planeación de un sistema de transporte público eficiente.

Tampoco necesitamos recordar las bondades que han probado los parquímetros en Tlaxcala o en Cholula; mejor reflexionemos en torno a una pregunta simple: ¿por qué en Teziutlán nadie hizo escándalo cuando se instalaron los parquímetros hace más de dos años? Por la misma razón que ha funcionado el sistema de movilidad 1×1 en todos los municipios de la entidad donde se ha implementado; mientras que los automovilistas de la capital necesitamos de un semáforo hasta para transitar por una cerrada.

¿En cuántas calles del Centro Histórico, a pesar de los semáforos, ocurren accidentes y volcaduras propios de la monstruosidad de aquello que los poblanos llamamos “Periférico Ecológico”? Peatones, automovilistas, motociclistas y ciclistas estamos a años luz de lograr una educación vial medianamente aceptable.

La calle no debe ser gratis para nadie que se atreva a introducir un vehículo. Y de hecho no lo ha sido nunca: los franeleros del Paseo Bravo, Avenida Juárez, La Merced y San José, cuentan con una variedad impresionante de tarifas fijas que descansan en una ilegalidad manifiesta: la apropiación del espacio público.

Organizados, y en buena aparte coludidos con las bandas de roba autopartes que operan en la ciudad, han contribuido –junto con el comercio informal– a convertir la vía pública en patrimonio exclusivo de su miseria en detrimento de la inversión y generación de empleos.

Afortunadamente las cosas empiezan a “cambiar de rumbo” en esta aldea: a partir de este viernes la primera hora de los parquímetros –una conquista del comercio establecido– será gratuita para todos los usuarios.

Ninguna ciudad es “incluyente”, esas son fantasías populista que afortunadamente tragaron polvo en las urnas el año pasado; la ciudad es de quien la mantiene: de los contribuyentes.

Bienvenidos los parquímetros: quizá este sea un pequeño paso para una ciudad, pero en definitiva un gran salto para Puebla.

Por Enrique Huerta