¿Y dónde está lo híbrido?

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Por Enrique Huerta

¿Con qué cara vamos a seguir sosteniendo que el retorno a clases presenciales es voluntario cuando muchas escuelas públicas, en la realidad de los hechos, se niegan a dar clases virtuales para aquellas familia conscientes -y en consecuencia temerosas- de la situación de contagio que vivimos? Tristemente el modelo híbrido, anunciado con bombo y platillo en todas las entidades del país, sólo incluye salones de clases con aforos reducidos y trabajos en casa que, en el mejor de los casos serán “revisados” a través de grupos de WhatsApp. Seamos sensatos, ¿en las escuelas públicas de sus hijos ya hay horarios en Blackboard, Moodle, Zoom, Google Meet, Jitsi o cualquier otra plataforma que intente darle contenido auténtico a un esquema híbrido y voluntario?, ¿o únicamente se le condicionó la inscripción a través del pago forzoso de “la cuota voluntaria” porque hay que pagar pipas de agua y gel antibacterial al mayoreo? El año pasado, en la edición de Diario ContraRéplica del 26 de agosto, le comentaba lo siguiente:

“¿Cómo llevar el proceso de enseñanza-aprendizaje a los hogares de México cuando existen 13 millones sin acceso a Internet? La estrategia de la 4T fue simple: retrasar a muchos a costa del beneficio de los más precarizados; es decir, trasladar a los pequeños de las zonas urbanas más avanzadas a la sociedad mediatizada de los años 80, cuarenta años atrás, de este tamaño es la brecha digital de nuestro subdesarrollo”.

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No habrá nada híbrido en las escuelas públicas más allá de la televisión; siempre que los profesores se acuerden que aún existe “Aprende en Casa” en la señal abierta y que pueden incorporarlo a sus planeaciones temáticas. Cuadernillos de trabajo, plataformas, clases para los que se quedaron en casa, clases para los que están en los salones y el riesgo inminente de contagio con una vacuna que a penas alcanza el 65 por ciento de eficacia; ¿a caso no le estamos pidiendo demasiado al magisterio que persiste con salarios francamente precarizados? Y más aún, ¿qué ha cambiado realmente para los estudiantes durante este Ciclo Escolar 2021-2022? A su rutina se han tenido que sumar viajes en rutas de transporte saturadas, atravesar por zonas escolares llenas de ambulantes, limpiarse las suelas de los zapatos en los tapetes sanitizantes, sin olvidar el ritual del gel antibacterial que junto con un cubrebocas será la única defensa de los niños ante cinco horas de permanencia voluntaria en salones con las ventanas abiertas aunque “llueva, truene o relampaguee”, recreos con regaños incluidos si se atreven a desafiar “la sana distancia” y hasta prohibición de llevar su lunch aguantando con el estómago vacío la extraña jornada escolar. ¿Y todo eso para qué? Para que Palacio Nacional puede montar la farsa de sus “hechos” en las “palabras” del informe presidencial.

P.d. ¿Y la educación? Esta semana recibieron a sus hijos con un examen diagnóstico para evaluar el rezago educativo frente al ciclo escolar perdido?, ¿o sólo estamos frente al espectáculo de la normalidad que están dispuestos a montar cuesten lo contagios que cuesten?